soy un hombre pero parezco un plato
miércoles, marzo 08, 2006
ventanas
tengo una ventana en la que se acumula la basura y las autopistas, por la que entra el olor a neumáticos ardiendo que hiede está ciudad desde sus vértices de cemento.
cuando miro por ella, coolidge resuena en mis oídos, o lo huelo, no lo sé, tanta agua me rodea y ni una gota para beber. o algo así.

tengo otras ventanas, llenas de juguetes de ojos enloquecidos por la excitación, convencidos de que, en cualquier momento, pasarán de acumular polvo y partículas de ambientador barato a jugar en mis manos. parecen dispuestos a lanzarse en el camino de esta verja de costillitas que se está cerrando. sin un sólo chirrido. sin un murmullo de alarma. sin un grito inesperado que la dentenga.

coches eléctricos alimentados por neuronas agotadas y tocadas por los sapos de dos locuras distintas, parecen echar carreras a ver quién mata antes al niño que sólo llora en silencio cuando nadie mira porque sacarse los mocos ya no significa lo mismo que antes. y a pesar de todo, es el único reducto que cree que, en cualquier momento, se levantarán todos los castigos. y que vendrán los reyes.

y la ventana más brillante me traga cada vez que la miro. tarot, bolas mágicas, huesos gastados sobre pieles sin curtir, se cruzan entre el flujo de información constante, sin consciencia avivando el deseo de atrapar la cadena binaria que contiene una débil esperanza de que, sí, a lo mejor en cualquier momento, se levantan los castigos.