soy un hombre pero parezco un plato
viernes, mayo 27, 2005
contravoluntad

Soy tu sombra, tu puta sombra, me he escapado del ático en el que me tenías encerrada, y aquí estoy. Sé que esto no es algo nuevo, sé que Peter pasó mucho tiempo buscando la suya. Pero yo no soy un cuento. Yo te detesto. Te odio por haberme encerrado. Te odio. He cortado los hilos con los que me cosiste a tus zapatos, soy libre para acecharte, para dejar que mis zarcillos se enreden en la lazada de tus zapatos y te hagan caer, estoy atada a tus zapatos por propia voluntad, y puedo hacer contigo lo que quiera.

Sé que soy todo aquello de lo que te avergüenzas, sé que soy alargada.

Me escondo detrás de las cortinas cuando tienes visita, pero luego enciendes una luz y me proyecto a tus espaldas, enseñando lo que eres, mostrándote, desnudándote, reduciéndote a una excusa para mi mancha.

Sé que me temes cuando caminas por las noches y bajo la luz eléctrica soy legión. Sé que andas más deprisa con la esperanza de despistarme, pero te lo he dicho, estoy atada a tus zapatos.

Contengo todo lo que has hecho, lo bueno y lo malo, y te enseño lo que yo quiero enseñarte, te hago creer que sólo eres lo que te muestro, te reduzco a mi reflejo, te convierto en la sombra de tu sombra.

La gente suele decirte cosas que no quieres oír, y simplemente desconectas. Has creado una armadura contra todo lo que te puede hacer daño, te enorgulleces de tu coraza. Pretendes que tu coraza no es una máscara, y que si es una máscara, es una que lleva grabado tu propio rostro. Yo te recuerdo que eso es mentira. Por la noche cuando tus inseguridades se abren camino entre tus ganas de dormir y mantienen tus ojos abiertos, estás arropado en mis brazos. Entonces susurro en tu oído “tu máscara sólo sirve para ocultar tu grandeza”. Y lo sabes, lo sabes muy bien, pero eres tan cobarde que eres incapaz ya de moverte sin ella.

Sé que no lloras a menudo, sé que cuando lloras es por todas las cosas por las que no lloras nunca. Lo sé y no me importa, porque sigo detrás de ti, recordándote lo que eres y lo que no serás nunca, manchando cada momento bueno. A veces sientes en tu corazón una felicidad que parece casi material, casi podrías sostenerla en tus manos por su intensidad y su pureza, y yo podría mancharla inmediatamente, pero prefiero esperar a que logres verla para, inmediatamente después, recordarte que nunca será una felicidad completa, sólo tengo que dejar caer mi oscuridad delante de tus ojos para que tu alegría desaparezca.

Nací contigo, moriré contigo, no te necesito como amigo, ni como aliado, no dependo de ti.

Soy tu sombra y mi juego es oscurecerte con cada paso que das. No te dejo olvidar, no te dejo ser libre. Cuando crees que te libras de mí, estoy escondida entre tu piel y tu ropa, y me froto con lascivia, acariciándote con mi lengua, bífida, negra e intangible. Siempre estoy ahí, y nunca podrás sentirme,

nunca

podrás

acabar

conmigo.


mis pequeños hermanos en escocia, os echo de menos y pronto nos veremos... los que han vuelto y los que aún quedan por volver. os quiero hasta límites sospechados tan sólo en pintadas de bar de carretera.

carlosigl@gmail.com
viernes, mayo 13, 2005
dedos en azul

A(trapo) un manojo de venas que me llevan evitando 13 meses.

El tiempo no tiene importancia alguna ahora, es el resultado de una operación matemática compleja, con la que he dado por pura casualidad.

Mis venas se escondían bajo mis huesos, la seguridad del lugar contra el que se parte la aguja. Insisto, tengo suerte de vena esquivada, y paciencia de cazador hambriento.

Atrapo mis venas, decía, y en mis manos se enroscan, me falta poco para reunir suficientes vidas marchitas para morderlas.

Con ellas tiendo las vías de mi propio tren de la bruja, del salón al pasillo, del pasillo al baño. La precisión con la que alimento la máquina con rabia, convierte mis manos en dagas y mis bocas en furia. Depravación, al fin y al cabo, que se resume en un espejo reflejando mi nariz sangrando y mi boca llena de lenguas partidas.
Perdidas.