soy un hombre pero parezco un plato
sábado, enero 21, 2006
Cinco hábitos extraños

UNO: cavar pequeños hoyos en el cemento a ver si encuentro mis cuarenta pequeñas lenguas

DOS: forzar las esquinas en círculos

TRES: ajustarme a una grieta del tiempo, dejando que el cuerpo fluya mientras lanzo ecos desde la punta de mis dedos.

CUATRO: oler un sobre cerrado

CINCO: aproximarme a la disociación de mis manos

martes, enero 10, 2006
como el árbol fumo mi vida

Es vapor. Todo lo que pienso es vapor. Al menos cuando lo digo nunca desaparece, pero nadie lo oye, aunque lo grite, nadie lo oye, nadie puede oír la ausencia de luz.

Esa camarera está empeñada en utilizar sus sentidos de forma equivocada, lo único que conseguirá es seguir sumida en el desconcierto, permanecer atontada, un pájaro contra un cristal. En la mesa una calavera ni sonríe ni nada, ni huele ni nada, porque para eso es una calavera. Y pienso, “la vida huele mal, y las cosas están vivas como está viva la carne, sólo que viven más despacio”. Pero no pasa mucho tiempo hasta que el pasado camina sobre el pensamiento y me recuerda que no tengo nada que decir, sólo cosas que repetir. Y me obsesiona horriblemente esa idea,

y la tentación de no escuchar con todos mis sentidos nunca más y limitarme a dejar que mis palabras amoratadas y dementes salgan al exterior, configurándose como mil veces han sido configuradas antes, sin que yo lo sepa, porque ya no volveré a escuchar.

y la tentación de escuchar con todos mis sentidos, desarrollar nuevos medios de captar información y saber que todo lo que pueda crear en realidad lo descubro, y desesperarme tanto en mi búsqueda de lo que no ha sido dicho como para abandonar toda esperanza y gritar muy bajito, muy suavemente, lo que todo el mundo, de un modo u otro, ya sabe.

Así ardiera en mi aliento mi palabra, así desfallecieran las palabras bajo mis dedos y sólo fueran sombras amontonadas, cadáveres esperando al fuego que dispersará su magia.