soy un hombre pero parezco un plato
sábado, agosto 21, 2004

Es el grito de la que cree, el grito que se prolonga sobre la gravedad de una cuerda, del viento empujado por labios oscuros. La fe de lo que no puede creer es la voz que vibra con la misma fuerza que tu pulso, la voz que es parte de tus venas como tu sangre y tu carne son desierto regado por ellas. Por más que ascienda la nota sorda que roba tu voz, por más que el silencio te signifique como algo que ha ido demasiado lejos.
Esta es tu garganta que desafía a la ley de la plaga, esta es tu voz que desafía a lo que vive bajo el agua. El juego del cuchillo es el juego de la partida ganada, el juego del azar es la última baza del mal, el mal como catársis, el mal como expiación, el mal como lo único sensato que queda por hacer, que queda por "hecer".
Así es lo que es libre entre los muertos, un susurro que devora almas, que devora palabras. Un susurro que repta entre los dedos de los que se niegan a tocar. ¿dedos que se niegan a tocar? Puedo hablar de esos dedos, dedos que aguardan a palabras que no son propias, dedos con voluntades diversas, que desean dañar con toda la intensidad posible para de una vez aprender a acariciar.
jueves, agosto 12, 2004

en las horas bajas pierdes tu tiempo recogiendo esos pedacitos de papel que contienen palabras diminutas, pedacitos de todo eso que no dices más que con los dedos tensos haciendo brotar chispas de una piedra de afilar
martes, agosto 10, 2004

así, con el latido sordo del tiempo que se agota, que desfallece, la luz gotea fuera del tiempo hasta quedar reducida a la esfera que no contiene nada