soy un hombre pero parezco un plato
domingo, marzo 12, 2006
gata atada

he construido un gato y ahora cuelga de la muñeca de mi mano izquierda, y cada vez que sus orejas se clavan en mi mano, te pienso.

he imbuido aquello que eres en mí en el gato atado de la mañana que llega por las tardes aburridas de los niños solos. he hecho lo que me ha dado la gana con lo que pienso porque no sé hacer otra cosa. no tienes ojos porque no distingo nada cuando los recuerdo. no distingo nada que no sea amor y dedicación, y cariño y tantas cosas que no puedo creer que me fueran concedidas y que despreciara por el alivio momentáneo de caricias exigidas. no puedo creer que desapareciera, porque me sentía tan visto y querido...

y atada por cuerdas ajenas, rojas porque el rojo no es mi color, porque en cada eco te sé atada más allá de mi cuchillo de niño macarra. te sostengo en mi mano en todo momento, con la palma abierta, cerrarla abriría heridas estúpidas, porque no he querido cerrarla nunca, porque mantenerla abierta es lo que debo hacer, y siempre he hecho lo que debía que hacer (?) . o, posiblemente, no. porque siempre he querido verte volar hasta bloquear mi ausencia de sol.

pese a creerme olvidado, obsoleto, destronado, descorazonado, perviven mis manos de bufón anquilosado, porque, simplemente, debo estar equivocado, intoxicado por la ausencia y enfrentado a lo que realmente pienso de mí. tan importante como la arena. tan despreciable como lo que se sienta a la izquierda del número. pero debo estar equivocado, porque las piedras se han hecho más viejas pero esto es el día siguiente.

y los momentos no se pierden en la lluvia, se pierden en ojos de niño mirando al sol, se pierden en las partículas que veo danzar cuando miro hacia abajo y no distingo ningún plan, no distingo nada, más que algo que eternamente se me ha escapado y se me escapa.

y en mi mano descansas hasta que las heridas se abran y ya no seas un gato que pendía de mi muñeca porque lo amaba, recordando que amo cuando la cabeza, sencillamente, no puede soportar más el cansancio, la falta de sueño, el vago eco del hambre... todo lo que me recuerda que he desaparecido para siempre y voy a ser el último en enterarme.