soy un hombre pero parezco un plato
viernes, marzo 10, 2006
1+1= sesenta y sioto, como que este sea un día diferente a los demás porque cuelga de él una fecha concreta

Quien quiere ser la cortesana de un rey muerto, alguien muy vago, seguro. Una llamada de teléfono y todo queda aclarado. O no. Pero está bien, todo está bien, la intoxicación adecuada, ese siempre ha sido el secreto de los cobardes y la fuerza mejor guardada de los valientes.

Me quiero ir a casa, hasta que, como si me picara un insecto, abyecto invento sin duda, recuerdo... recuerdo que no tengo casa a la que ir, y eso no me convierte en un vagabundo solitario, con la mugre y la libertad Milleriana que conlleva (y cuando hablo de Miller hablo de trópicos, no de blanco y negro).


Mi boca se mueve, pero no sale ningún sonido realmente significativo, nada que haga saltar las ruedas dentadas de la maquinaria que puso en funcionamiento mi incapacidad, mi debilidad, cuando ya no pude soportar más ceder el control de mi voluntad... porque ese es el tema, que mi flaqueza es lo que me ha empujado a este precipicio, ¿y es mi flaqueza la que no ha dejado nada vivo a lo que recurrir si quisiera dar un paso atrás? ¿es el exceso de fortaleza?

Sólo adelante, ¿y adelante significa hacia abajo? ¿Una nubecita de polvo como epitafio? No, no, el guión ha sido adulterado por mi alma (?), estúpida porque no comprende que el universo es un prisma, no hay suelo contra el que chocar, son sólo diversos niveles de decepción y desesperación, satisfacción y esperanza... y todos los etcéteras que caben en las fotos de un niño gafotas que pegaba los mocos en las sillas de su abuelo.


Su abuelo que no murió de viejo.


y mis dedos son lobos que me han escrito antes, en cartas de hueso, que todo lo que parece un destino terrible es para mí carne cruda esperando recordarme que, ante todo, soy lo que queda cuando la sangre de los héroes se ha secado, soy, soy, soy... qué estúpido soy.


En palabra no tengo cuerpo, en vida es mi cuerpo lo que me traiciona constantemente, y pese a toda la rutina de tortura autoinflingida

(o quizás inflingida por la condición innegable del ser sensible y extremo)

y compartida, no puedo ni comenzar a imaginar lo que es vivir en tu mundo, dónde todo puede ser una espina envenenada, desde el beso hasta el asfalto... ---XXXXXX no sekai---


Pero al mismo tiempo, (o no “pero”, pues no existe nada parecido a una jerarquía, y en cualquier caso, prisionero de los términos, espectador del juicio de dios, debo decir “pero”) sí, pero no puedes tampoco tú imaginar lo que es vivir dentro de esta masa deformada, tener el Control Central en permanente lucha para autoconvencerse de que todo esto, cada cosa, es real, que no está a punto de saltar lentamente hacia la nada, como si la nieve cayera hacia arriba. No, no puedes imaginar lo que es saber que todo lo que tan hasta dentro se clava es un espejismo, realmente comprender que esto es producto del capricho de la energía, sin voluntad ni intención, sólo algo flotando en el caos que con tanto mimo y esmero los humanos se empeñan en organizar.

Pequeñas unidades de cordura... como las pilas de un mando a distancia olvidadas en el cuarto de baño.